Constantine vs el Neoliberalismo
- Luis Fernando Sullivan Jimenez
 - 27 ene 2019
 - 3 Min. de lectura
 

Hubo una época, los dorados años cincuentas cuando la historieta fue desprestigiada, cuando se le fue vista como ofensiva, obscena y violenta. Frederic Wertham en "La Seducción de los Inocentes", desde una perspectiva psicológica, exponía a este tipo de narrativas como nocivas para los niños, haciendo ver al cómic como una expresión artística inferior.
Después de esta satanización, este formato fue reinterpretado y analizado desde otros ángulos. Así, los teóricos de la comunicación latinoamericanos, principalmente argentinos, formularon análisis en donde el cómic no eran solo secuencias de dibujos absurdos, sino que era una expresión más cercana a la literatura, y que incluso influenció a directores de la Nueva Ola Francesa a enriquecer el lenguaje cinematográfico[1].
Siguiendo esta línea, no solo nos damos cuenta de la relevancia de la narrativa gráfica, también del potencial de ella. Un ejemplo de esto fue el giro DC en Inglaterra en la década de los ochenta.
Autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Peter Milligan le dieron un toque más sofisticado a estas historias, logrando llegar al público adulto. En este contexto nació Hellblazer, basada en un personaje creado por Moore en The SwampThing y escrita por Jamie Delano.

Ya en las obras de Moore, como Watchmen o V for Vendetta, había introducido un arquetipo de superhéroe diferente a los que se conocía, eran personajes más complejos, quienes eran afectados por las decisiones de sus gobiernos y luchaban por no caer en un régimen totalitario. En estos cómics encontramos la denuncia contra el sistema político, específicamente al conservadurismotanto de Estados Unidos como en Reino Unido. Hellblazer no se queda atrás con esto.
Original Sins de 1988 fue la primera serie de 10 números en donde
veíamos a John Constatine, un detective hechicero al más puro estilo del detective de novela negra, investigar casos paranormales, peleando contra demonios y sectas, pero a la vez siendo el clásico personaje con un pasado tormentoso, egoísta, y cargando culpa por haber provocado la muerte de sus seres queridos.
Más allá de los guiños al género del hardboiled, el horror oculto, y el humor negro al estilo inglés, la historia de este antihéroe reproduce el contexto de la Inglaterra abatida por las políticas neoliberales; la privatización de los servicios, el neofascismo, los crímenes de odio, y la crisis económica arrastrada desde los setenta.
Todo esto pareciera ser el fin del mundo, el principio del apocalipsis, el colapso de la civilización occidental. El infierno está en la tierra, convivimos con monstruos todos los días, los vemos en los medios, son empresarios, corredores en la bolsa de valores, generales en el ejército, políticos. Son aquellos quienes promueven el programa intelectual del neoliberalismo[2]en donde la privatización y mecanización de todo pasa por alto a los seres humanos si estos no tienen los recursos necesarios.

Aquí se encuentra parte del discurso de esta novela gráfica. Dejando un poco de lado la fantasía y el misterio, podemos notar como hay referencias explicitas al brote del sida en la década, y el ocultamiento del gobierno de esto; el surgimiento de sectas extremistas; los contextos de violencia soportados por ideologías conservadoras; consecuencias psicológicas de la guerra.
Como dice Massota, los personajes creados que viven en cierto momento de la historia pertenecen a un determinado grupo social, haciendo al cómic una significación social y moral. Constantine no puede desligarse a su contexto social donde fue enunciado, así al ser un cómic enfocado hacia lectores adultos, logra representar cierta decadencia de la Inglaterra sacudida por las políticas de Margaret Thatcher.
También, al hacer uso del horror, Hellblazer logra jugar perfectamente con las temáticas de la violencia, como el motor que aterroriza a la sociedad, y específicamente el horror acerca de demonios puede ser interpretado como la representación de épocas de crisis, como sucede con El bebé de Rosemary o El Exorcista, ambas situadas en contextos similares.

Constantine, es un personaje diferente a muchos de sus contemporáneos; porque a pesar de ser quien logra la mediación entre el mundo sobrenatural y el humano, en principio sus fines no son nada heroicos, pero consecuentemente busca un camino hacia su redención, todo esto en medio de las consecuencias de un sistema ideológico, dicho sistema es un villano al cual no se le puede combatir, no directamente, pero el hacer mención de él y satirizarlo, este antihéroe se pronuncia en contra del neoliberalismo, en tanto resuelve misterios y atrapa demonios.
-Obras Mencionadas:
[1]Massota, Oscar. La historieta en el mundo moderno.
[2] Escalante Gonzalbo, Fernando. Historia mínima del neoliberalismo.







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