Stranger Things y la Intertextualidad Nostálgica
- Luis Fernando Sullivan Jimenez
 - 6 jul 2019
 - 3 Min. de lectura
 

El aumento de producciones audiovisuales que se aprovechan de una estética definida como nostálgica es una de los efectos que Stranger Things en la construcción de una narrativa en donde los referentes culturales son uno de los ingredientes principales para lograr destacar, y concentrándose en una época en específico, llámense ochentas, noventas, setentas.
Se debería distinguir de aquellas producciones en donde solo cuentan alguna historia ubicada por mera casualidad en alguna temporalidad de aquellas en donde existe una explotación intencional de los códigos reconocibles de ciertas décadas, y bien, Stranger Things no es el caso paradigmático, tendríamos que olvidar Super 8 de J.J. Abramses, pero sí es uno de los que más alcance masivo ha tenido.
Para poder entender un fenómeno como la nostalgia de esta serie de Netflix tenemos que recurrir al concepto de intertextualidad, la presencia de textos significantes que construyen un texto, lo que podríamos entender como las influencias para la elaboración de un texto nuevo. Zavala afirma que la intertextualidad es la característica principal de la cultura contemporánea 1 , ya que en la infinidad de producciones culturales a lo largo de la historia humana están influencias de una u otra manera por textos anteriores.
En Stranger Things se nota una intertextualidad bastante explicita, sin temor a ser reconocida por los espectadores, de hecho una de las características de la intertextualidad es que el reconocimiento de textos depende más del receptor que del autor, justamente aquí se encuentra gran parte del éxito de esta serie. Pero al hablar de una intertextualidad nostálgica estaríamos implicando algo más profundo que solo referencias a películas de horror y ciencia ficción o canciones de los setentas y ochentas.
Por definición la nostalgia nos llevaría a pensar en un sentimiento de anhelo, en extrañar el pasado, y tal vez pensar en el mantra recurrente de “era mejor antes”, pero ¿Qué era mejor?, ¿La aociedad más intolerante? ¿La promesa neoliberal? ¿La limitación tecnológica? Esta idealización de una década puede relacionarse con recuerdos de la infancia, probablemente por eso se piensa que antes eran mejores las cosas, sin detenerse a reflexionar acerca del contexto.
Si bien existe aquel público que encuentra en Stranger Things el horizonte de expectativas en las convenciones del horror y ciencia ficción de hace 30 años, también existe aquel público, probablemente más joven, con menos referencias cinematográficas y televisivas, aquellos que tal vez solo conozcan de nombre los trabajos de Spielberg, James Cameron o David Lynch. Para ellos resulta algo relativamente nuevo y hasta autentico, y eso es lo interesante de abordar a Stranger Things desde la intertextualidad, porque a pesar de ser un hipertexto saturado, tiene momentos en donde logra definir su propio camino y olvida por unos momentos las múltiples referencias a clásicos de culto.
Stranger Things se define por la intertextualidad y la nostalgia, y sí su grandeza se encuentra en esos elementos también parte de su debilidad; los subtextos que intenta plantear no se desarrollan del todo, al igual que la construcción de los personajes los cuales quedan en meros arquetipos superficiales, y a la vez esto tiene cierta lógica que su desarrollo sea así por la misma intertextualidad con el horror ochentero el cual en ocasiones llegaba a lo absurdo y risible.
Los ecos de Stranger Things los podemos ver en otras producciones, algunas más arriesgadas y menos complacientes, como son el caso de la adaptación de It (2017), Super Dark Times (2017) o Summer of 84 (2018), en donde también se encuentra una intertextualidad nostálgica, los resultados son más caóticos y crudos. Sin embargo sus constantes referencias la hacen ser un homenaje a la cultura pop, nos guste o no, y es ahí en donde reside la importancia de la serie.







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